Los vicios del lenguaje son errores, repeticiones, malos hábitos, etc. que afectan la efectividad del circuito de la comunicación.
Estos se pueden dar en el habla o la escritura y afectan negativamente el cómo un receptor percibe el mensaje del emisor. A estos malos hábitos lingüísticos se les llama “vicios” porque es difícil deshacerse de ellos y en ocasiones ya ni siquiera notamos cuando estamos en sus garras. Algunos ejemplos de esto son:
● Anfibología: mensajes que generan un doble sentido y por lo tanto son confusos.
● Cacofonía: repetición de sonidos que resulta molesta.
● Pleonasmo: repetición de palabras innecesariamente.
● Barbarismos y extranjerismos: emisión de palabras incorrectas y/o uso de palabras de origen extranjero.
● Solecismos: falta de concordancia en frases y oraciones.
● Dequeísmo: repetición y/o uso incorrecto de la frase “de que”. También se puede padecer de “queísmo”.
¿Cómo podemos corregir estos vicios? A continuación, algunos consejos:
● Escucha a los demás. A veces es más fácil identificar los errores en los demás que en uno mismo. Presta atención a los errores de los demás para identificar los propios.
● Lee. Practicar la lectura de cualquier tipo de manera regular, ayuda a ampliar el vocabulario. En muchas ocasiones, los vicios se presentan al no tener un banco de palabras amplio.
● Retroalimentación. En cualquier ámbito, siempre es bueno aceptar las correcciones y comentarios de otras personas, particularmente en un ambiente escolar, de los maestros.
● Sé consciente. Cuando te comuniques, razona lo que expresas.
● Ejercicios. En línea puedes encontrar mucha más información e incluso ejercicios para que mejores cada vez más tu expresión lingüística.
¿Qué tal? Ahora que los conoces, ¿eres presa de los vicios del lenguaje? Salir de su trampa no es fácil, pero tampoco imposible. Poco a poco y con mucha paciencia se puede mejorar la manera en que nos comunicamos con el mundo.